JACQUES LIPCHITZ
(1891 – 1973 )
Jacques Lipchitz nació el 22 de agosto de 1891 en Druskininkai, Lituania. En sus primeros años, mientras estudiaba en una escuela comercial en Bialystok, demostró su inclinación por el dibujo y el modelado en arcilla. En Vilna, donde se trasladó con su familia a los 15 años de edad, siguió sus estudios formales y expresó su interés a dedicarse al arte. Apoyado por su madre y un tío, decide mudarse a París en octubre de 1909. Su padre, que en principio se opuso a ese viaje, rectificó al poco tiempo y le apoyó económicamente.
En la capital francesa, asistió a clases de escultura en piedra y anatomía en la École des Beaux-Arts, en la escuela Julian y en la Académie Colarossi. Visitaba casi a diario el Louvre además de otros museos, y fue allí donde se obsesionó con el arte del antiguo Egipto, el griego arcaico y el gótico. Entusiasta y trabajador, el joven Lipchitz pronto estableció relación con otros jóvenes artistas, sobre todo emigrados rusos. Con algunos de ellos expone en 1911 en las Gals Malesherbes y posteriormente en el Salón National des Beaux-Arts y el Salon d´Automne.
En 1912 dos hechos reclaman su presencia en Rusia: las dificultades económicas de su familia y el servicio militar. Por razones de salud, se liberó del alistamiento en el ejército y pudo visitar brevemente el Museo del Hermitage de San Petesburgo. Al poco tiempo regresó a París. Pasaría varios años de angustia por el inminente estallido de la Primera Guerra Mundial, que repercutió en las finanzas de sus padres, que también afectaba su economía.
En 1913, conoce a Max Jacob y a Amadeo Modigliani, con quienes hizo pronta amistad. Un año más tarde, en compañía de Diego Rivera, viaja a Mallorca y luego a Madrid. Allí, en el Museo del Prado, conoce las obras de Tintoretto, Goya, El Bosco, Velázquez y el Greco, por quienes se siente fuertemente impresionado. En París conoce a Picasso y a Juan Gris, que eran en ese entonces, junto a otros artistas como Georges Braque, los más importantes e inteligentes iniciadores del movimiento cubista. Así fue como a través de sus viajes, sus primeros trabajos y los numerosos amigos, Lipchitz pasó en poco tiempo de una elemental formación artística, a poseer una gran variedad de influencias.
Entre 1913-1914, comienza a revelarse como un escultor del cubismo. Una corriente plástica que rechazaba la perspectiva tradicional, que veía al objeto desde un solo punto de vista, estableciéndose la multiplicidad. De esa forma se incorporó la noción del tiempo y se mostró la totalidad del objeto, de lo que se sabía, aunque no fuera posible verlo. Esta etapa de Lipchitz sería la que le dio mayor reconocimiento en el mundo de las artes plásticas. Sus figuras comienzan a ser severamente rectilíneas, los planos, las formas abiertas y la ausencia de la figuración tradicional, unido todo en un contrapunto de ritmos comienzan a ser característicos de sus obras.
Entre 1915 y 1916, construyó figuras desmontables, elaboradas con tiras de metal o madera, con el objeto de crear un contrapunto de planos. Causa sensación abriendo un agujero en su escultura en piedra Hombre con guitarra, un recurso que creaba un nuevo concepto de espacio dentro de la masa de la escultura.
En los años veinte, Lipchitz comienzan a crear sus esculturas monumentales. En 1924 Lipchitz se hace ciudadano francés y se traslada junto a su esposa al suburbio parisino de Boulogne-sur-Seine, a una casa especialmente diseñada para ellos por el arquitecto Le Corbusier.
Joie de vivre (Alegría de vivir) de 1927, sería su primera gran composición al aire libre. Posiblemente sea ésta una de las esculturas más significativas entre dos etapas bastante diferenciada de su inquieta búsqueda. Es éste un momento donde se manifiesta una gran fuerza y vigor en su trabajo, culminación de un período de indagaciones sobre la estructura formal. Fue esta etapa de su obra la llamada “esculturas transparentes”, composiciones abiertas de tiras y bandas que daban la impresión de ser una caligrafía lírica del espacio.
La llegada del fascismo en la Alemania nazi y la ocupación de París, llevó al matrimonio Lipchitz a refugiarse en Toulouse, temiendo por su vida. En 1941, decidieron emigrar a los Estados Unidos, instalándose en Nueva York. Asume entonces un estilo próximo al barroco en su forma y al expresionismo en su carácter, todo con una fuerte carga personal. Las obras de este período adquieren formas más solemnes y monumentales, retomando muchas veces temas de sus búsquedas iniciales.
En 1950 el Museo de Arte de Portland le organiza una muestra que también se expone en San Francisco y Cincinnati. En 1951 el MOMA de Nueva York organiza una exposición itinerante con el Walker Art Center de Minneapolis y el Museo de Arte de Cleveland. En 1954, el Museo de Arte Moderno de Nueva York le organiza una gran retrospectiva. Su prestigio se vio sólidamente consolidado después de su participación en la XXVI Bienal de Venecia en 1960.
“Llevo casi cincuenta años siendo escultor profesional. Y me he estado preguntando: ¿qué es el arte? Es una energía tan poderosa, ¿qué es lo que me la da? ¿Qué me impulsa a hacer arte? Y hallé la respuesta. Es una especie de deseo de luchar contra la muerte. El amor también lo es. Pero el arte es un medio humano”.
Lipchitz murió en Capri el 27 de mayo de 1973 y fue sepultado, según su deseo, en Jerusalém.
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