Archipenko 1991

La revolución de la contemporaneidad

El cubismo fue una revolución en la plástica contemporánea, que se hizo eco del espíritu de una época. En otras áreas del saber humano también se estaban generando revoluciones similares: la fisica se adentró en la estructura de la materia y logró desatar la energía del átomo Einstein planteó la teoría de la relatividad, modificando nuestra percepción del tiempo y el espacio, y Heisenberg con el Principio de Incertidumbre destruyó la ilusión de la objetividad científica y la noción de causalidad a través de sus estudios sobre la naturaleza de la luz: en el terreno sinfónico surgió la música atonal; en Psicologia Sigmund Freud y Carl G. Jung. descubren nuevos universos de la psique humana que revolucionaron la comprensión del hombre y de la historia… Estos conocimientos junto a los acontecimientos políticos que acompañaron al siglo, como la Primera Guerra Mundial y la revolución bolchevique, dieron un vuelco a la historia de la humanidad, cuyas implicaciones aún no hemos sido capaces de medir. El Poder que obtuvo la humanidad en estos movimientos científicos que modificaron su destino se convirtió en el caminar sobre el filo de la navaja, como dirían los Upanishads.

Una nueva humanidad nació con una nueva visión del mundo, pero arrastro en este nacer las debilidades del pasado; la técnica se desarrolló aceleradamente, pero no así lo ético y la espiritualidad, la humanidad siguió siendo dominada por la injusticia, la ambición, el egoísmo y la impiedad, y el arte, con su dosis de premonición, intuía que el renacer debía ser total, de raíz, para que realmente hubiera un cambio en nuestra historia. La filosofía de la estética de Archipenko es consciente. de estos aspectos: «Acepto el concepto de que el conocimiento y la memoria son hereditarios, porque esa es una de las funciones naturales de las células, de los cromosomas y de la psique. La memoria ancestral de los cromosomas se enreda a la existencia personal; pero a través de las funciones intuitivas se desenredan estas visiones latentes tanto individuales como colectivas. Y cerca de este pasado se encuentran las nebulosas del futuro que son asequibles gracias a las actividades creativas, en las cuales el futuro se vislumbra como sueños.

Este es un privilegio de los artistas, quienes por medio del estado creativo reciben las revelaciones y el poder de las visiones del futuro.» (Archipenko)

El cubismo es la expresión artística por excelencia de la contemporaneidad y de su drama, porque nos manifiesta y recuerda la dirección que debe tomar la humanidad para forjarse un nuevo destino, el cual debe ir acompañado de una revolución en el espíritu y en la sensibilidad, y la estética propuesta por el cubismo es parte de esa nueva visión del mundo que todavía no ha logrado encarnar Ese anhelo demoledor y creador aún tiene vigencia, porque se adelantó en el tiempo, por su deseo de cambio.

En esta revolución artística Archipenko ocupa junto a los fundadores del cubismo y sus principales pilares un lugar de relevancia, ya que con sus obras revolucionó la escultura. Piezas como Head, Construction with Crossing Planes (1913), Walking (1912), Fiancée (1936), Woman with Hat (1954) llevan los principios del cubismo a la tridimensionalidad, creando un nuevo lenguaje plástico producto de su genio creativo.

Creación y universo

El arte creativo para Archipenko es la transformación de la energía dinámica que permite desarrollar las revoluciones a los planetas, como la vitalidad de las células y del espíritu, esta fusión para el artista sólo se logra a través de la obra de arte. Así el artista tiene como función vitalizar, vivificar lo inerte, a semejanza del dios bíblico que dio forma a la materia, y le insufló su aliento para dar vida a lo inerte.

Para Archipenko, el artista es una especie de demiurgo creador de formas, de vitalidad, de tensiones y de visiones de futuro, pues para el solo hay vida donde hay cambio, y esto expresa a través del juego que se da en sus esculturas entre la forma y la materia, entre lo saliente y lo penetrante, lo cóncavo y lo convexo, lo vacío y lo lleno. Crea así, a través de este ritmo, las pulsiones de lo orgánico, y establece una clara concepción de la materialidad de las formas que están por crearse gracias al tratamiento que da al espacio.

Para este artista no existe un abismo entre el hombre y el universo, pues nada puede existir sin estar conectado íntimamente a él. Archipenko es consciente de que el desconocimiento de las verdades científicas es lo que opone la ciencia a la religión y al arte; pues, al ir conociendo las causas que generaron y mueven al cosmos, la humanidad se acerca más a la comprensión del orden cósmico y ello lo enfrenta al misterio de la divinidad, por tanto religa al hombre con su origen en lugar de fragmentario, tal como ocurre cuando se desconocen estas verdades.

Uno de los ejes filosóficos de su propuesta estética es hundirse, investigar y plasmar plásticamente las estructuras de la vida y su energía dinámica, buscando crear en el público la sensación de fusión y ligamiento que existe en el universo. «Las creaciones de Archipenko derivan de las formas originales del universo. Desde los más puros y elementales cristales, cubos y prismas se convierten en piedra en su escultura.» (Fritz Karpen, 1921).

Así investigará y trabajará tanto la formación de los planetas, estrellas, sistemas planetarios y galaxias, como las estructuras y procesos básicos de la vida en la tierra hasta su nivel celular y atómico. Conoce que todos estos elementos tienen su origen en los hornos cósmicos del universo, y por tanto poseen un origen común. En su obra nos lleva de un nivel macrocósmico a uno microscópico, ambos gobernados por las mismas leyes divinas. Proyectar estas verdades llenas de alegría, dinamismo y poesía es uno de los objetivos de esta propuesta estética, que revolucionó la escultura contemporánea Por esto, las formas básicas de su lenguaje escultórico poseen relación tanto con el espermatozoide, el óvulo, la epidermis, el tejido adiposo, como con las bases inorgánicas de la vida, las estrellas y planetas, pues todo ello tiene un mismo destino: la conversión de materia en energía activa. lo que el artista expresa plásticamente de diversas maneras. Claro ejemplo de esto es su obra Walking, 1957. De esta forma Archipenko desarrolló una visión del mundo muy personal, basada en la indisoluble unión que existe entre las partes y el todo del universo.

Esto se manifiesta en el desarrollo de su escultura, pues a través de diversas técnicas, materiales y tratamientos formales une lo fragmentado. Desde los años de 1910 se rebela en contra de la noción de escultura contemporánea que trabaja con materias carentes de color. Así une nuevamente el color y la forma en sus esculturas policromadas, tal como se muestra en la obra Josephine Bonaparte (1935). Este anhelo lo lleva a otro nivel en sus esculturas pintadas al introducir nuevos materiales, donde une nuevamente lo separado, pues para Archipenko el arte debe mediar, ligar y unir el hombre con el universo y consigo mismo.

«Los artistas contemporáneos ignoran y omiten los valores espirituales y estéticos intrínsecos a la unidad de la forma y el color.

¿Cuál es la causa del deterioro de la policromía en la escultura? Es una consecuencia de la teoria irracional que enseña que las formas puras son de material monocroma.» (Archipenko).

Estas nociones se manifiestan en obras como Lazarus (1952), en la que hace uso de la deformación, lo cóncavo, lo perforado, que crean un clima de ruptura a través de las dos formas que rodean la hierática verticalidad del personaje central, lo cual expresa la derrota de la concepción de la muerte como extinción total, pues, a través de la filosofía que expresa Archipenko, la muerte es sólo un cambio en el estado de la materia y la energía. Los cambios que Archipenko generó al introducir nuevos principios estéticos en la escultura lo convirtieron en el líder de una revolución artística.

Estas obras son proyección de la energía del cosmos y buscan el infinito, tanto hacia adentro como hacia afuera, estableciéndose un juego entre la externalidad y la internalidad. tal como se manifiesta en Family Life (1912). donde el ligamiento de los cuerpos expresa la unión entre el todo y sus partes o entre el universo y sus fragmentos.

En obras como Golden and Black (1957). establece relaciones entre lo circular y lo vertical, el negro y dorado, la opacidad y lo brillante, el adentro y el afuera, que manifiestan el misterio y la tensión dinámica que se establece continuamente en el cosmos.

La obra Woman in the Chair (1963) muestra simultáneamente el paso del macrocosmos al microcosmos. En esta pieza la verticalidad y lo espiritual crean un delicado juego con lo curvo y circular asociado con la materia orgánica. Así en esta escultura se enfrenta el espectador a la tensión que se establece entre estos niveles de la realidad. Por ello, existen secciones de la obra donde la textura del bronce representa lo exterior a través de la lisura y en otras partes se crean texturas asociadas con el tejido celular. El afuera y el adentro, la razón y la sinrazón, la materia y el espíritu se fusionan en esta escultura.

Innovaciones

 Archipenko introduce en sus obras la perforación, el agujero, no sólo como vacío sino como elemento dinámico que genera la interacción del espacio con la escultura al ser incorporada al volumen. Se rompe así con las barreras del adentro y el afuera, permitiendo al espectador adentrarse en el interior de la forma sólida con la intención de mostrar que la realidad no es lo dura que parece ser, pues en la estructura de la materia domina el vacío. Estos elementos los acompaña con el uso de la superficie cóncava y convexa, tal como se muestra en su obra Green Concave (1913).

 Otra de sus innovaciones es haber introducido la policromía en la escultura, y en sus «Esculturas Pintadas» (Sculpto Painting) fusiona la tridimensionalidad, sus efectos de luz y sombra al lenguaje de la pintura. Este lenguaje se había utilizado en la antigüedad, en el medioevo y en las culturas tradicionales, pues la escultura y la pintura se fusionaban en ellas, centrando el énfasis plástico en el juego entre el volumen y la policromía, y no en el acto creativo a través de la huella y la calidad del material como ocurre en la contemporaneidad.

 El brillo, la torsión, la síntesis o la esencialidad de las formas y el delicado desarrollo que hace de lo cóncavo y convexo en sus cuerpos y desnudos femeninos crean obras de una belleza y sensualidad conmovedora, como Seated Figure (1913) Torso in Space (1935), Torso (1945). Son esculturas directas que no buscan la mediación del intelecto para afectar al público.

A medida que se desarrolla su lenguaje escultórico, Archipenko sorprende con sus innovaciones de los años 40, en donde hace uso del plexi-glass o plástico transparente y de la iluminación interna en sus esculturas, tal como se evidencia en obras como Religious Motiv (1948), Spirit (1957), etc.

Fue ésta una generación que vivió la destrucción de una época, y en su alma vivió el doloroso y glorioso nacer de la contemporaneidad. Al observar las diversas etapas por las que pasó la obra de Archipenko, apreciamos cómo en cada una de ellas introduce nuevos materiales y técnicas que cristalizan en formas impactantes que burlan. los cánones clásicos de belleza y nos hacen comprender la profundidad y el anhelo de utopía que movió las propuestas estéticas de esta época.

Archipenko nos sorprende con estas esculturas por la bella simplicidad plástica, evita en sus cuerpos la sobresaturación de elementos, lo cual es una constante en su obra, y con ello sintetiza la realidad y nos enfrenta a la esencia y a sus múltiples perspectivas, enfrentando al público en una sola mirada a diversos ángulos de la realidad. Así, con la simplicidad de la forma, nos lleva a la multivisión, sin excesos y sin ninguna desorientación.

Al incorporar el espacio y el vacío a la escultura de manera dinámica, aligera el peso visual de la obra. Aunque en algunos momentos pareciera abandonar este elemento, ellos continúan presentes y se expresan en obras como Graceful Movement (1923), y Stated Black Concave (1916), en las cuales logra la multivisión de la realidad, no a través de múltiples facetas, sino de un gracioso juego entre el vacío, la concavidad, lo curvo, que suaviza el contorno y del brillo de la superficie, lo cual dinamiza estas esculturas.

En los 30, este estilo se desarrolla tal como se evidencia en la obra Torso in Space (1935) Al comparar esta pieza con The Dance (1912) se observa que en la primera el movimiento se incorpora a la escultura sin fuerza, sin contorsión formal, sin rigidez, sino a través de la fluidez espacial dada por el brillo del material y la estilización que nos enfrenta ante la esencia de la forma del cuerpo humano y manifiesta el interés de Archipenko por urgar más allá de la piel. Logra por esta vía continuar el desarrollo que se inició en su obra escultórica al incorporar la perforación o el agujero a la escultura, para que el espectador penetrara visualmente en ella. En sus desnudos posteriores, las dinámicas deformaciones dan un expresionismo a su obra de gran emocionalidad.

En la obra de Archipenko hay varios puntos en donde ella se revoluciona a sí misma, haciendo continuamente una negación dialéctica en la evolución de su propuesta estética, no por el anhelo de estar acorde con los tiempos, sino por buscar cada vez más la profunda esencia de la realidad, teniendo como punto de partida la geometría. A medida que su obra avanza, desarrolla una simbología personal, que surge en base a los elementos que comienza a crear: «El significado psicológico de lo cóncavo en mis esculturas deriva de motivos creativos y provoca acciones creativas. Donde las polaridades eventuales comienzan a ser una. La polaridad es una especie de equivalencia de opuestos, semejante a los negativos fotográficos.» (Archipenko).

Archipenko no sólo busca crear una síntesis de la realidad y de la deformación, alargando, ensanchando, mutilando para crear formas dinámicas resultado de la interacción del cuerpo con el espacio, que buscan integrarse a él, sino también del juego con lo cóncavo y convexo nos introduce en los conflictos internos del ser humano, el cual es capaz de asesinar, de conmoverse y de llorar por la contemplación de la belleza; y esta lucha por ser es parte de la grandeza del humano. Así, cada escultura posee diversos movimientos; a ello se debe en parte su originalidad, pues no sólo nos enfrenta a una síntesis y multivisión de la forma externa, sino nos lleva a lo que está más allá de la costra corporal. Por ello, sus esculturas están llenas de energía física y espiritual, donde la suavidad y la fuerza, la materia y el espíritu se fusionan tal como se evidencia en las obras Espagnole (1957), Islander (1958).

Otra revolución dentro de su estética es el conjunto de esculturas que derivan de la técnica del collage, en donde une en un mismo discurso plástico lo escultórico y lo pictórico. Archipenko fue un estudioso del arte primitivo y clásico y era consciente del simbolismo del color y la forma escultórica entre los egipcios, los asirios y las culturas africanas, pero él se desata de esto, pues la unión de estos elementos es una vía para integrar lo fragmentado -la materia y la energía- en el pensamiento común. Así, la interacción del color y la forma en sus policromías se asocian con el concepto de la conversión de la energía, la cual nunca se gasta, sino que se transforma, y gracias a ello el universo se mantiene en movimiento. Cada elemento que introduce el artista en su plástica se va integrando en una filosofía que une al arte con la ciencia.

En sus Esculturas Pintadas, enfrenta al público a obras donde la forma, la textura y los colores luchan, se fusionan, y se mutan unos en otros, y los relieves crean sombras que generan una concepción de la tridimensionalidad original del color, que expresa la lucha de polaridades. Así, luz y sombra natural toman nuevas significaciones. El artista afirma que de igual manera como en su arte estos elementos se unen, en la naturaleza nunca están separados, pero se combinan en infinitas variaciones; de ahí, en parte, la riqueza visual de la realidad.

En un impulso incorpora nuevos elementos dentro de su propuesta estética, y son el resultado de un deseo por crear una dimensión sagrada a través de un lenguaje. contemporáneo que cree en la noción de desmaterialización de toda búsqueda espiritual, que es una negación de las apariencias de la materia y de los engaños sensoriales. Logra crear juegos inversos de sombras y luz, en donde la profundidad se convierte en centro visual, pues el interior de la pieza es iluminado con luz artificial. Crea así una fuerte sensación de penumbra y luz interior. El artista une el clima esotérico que deseaba lograr con una noción de abstracción única; pues la noción de idea es difícil lograrla de manera tan directa con materiales no transparentes y pesados como el bronce, la piedra o la madera.

Finalmente las obras que realiza en los 60, antes de morir, son formas germinales, que palpitan por el juego con el espacio, y son consecuencia directa de sus experimentos por lograr una noción de abstracción y un clima esotérico a través de materiales no transparentes como el plástico. En ellas incorpora sintéticamente todos los elementos que ha ido creando en su lenguaje escultórico. Por ello, sus obras son un compendio de la revolución escultórica de la contemporaneidad.

Eduardo Planchart Licea.