ABIGAÍL VARELA 2023 – 2024

Abigaíl Varela. Obras de mediano y gran formato

Anny Bello

Abigaíl Varela es poseedor de un lenguaje y una técnica en la escultura indudablemente definida. Su estilo figurativo cautiva por una identidad muy particular, basada en sus propias consideraciones sobre la estética de lo bello en la figura humana. En efecto, su musa es la mujer, y es en ella, en su fisonomía, donde se centra buena parte de sus estudios. 

Representa a la figura femenina con un tipo de expresión recurrente, de caderas voluminosas, extremidades delgadas y cabezas pequeñas. Podríamos decir que es el diseño de su propio canon de proporciones —o desproporciones—, que provienen de referencias culturales e históricas reunidas en una fórmula artística, que tienen en su propuesta un carácter contemporáneo.

Del recorrido que Varela realizó por varios países de Latinoamérica, que gozan del legado ancestral de las culturas precolombinas, asimiló las imágenes vinculadas a la Venus primigenia, al igual que las procedentes de la cultura occidental. Varela toma este ‘ideal’ ya no con un sentido antropológico, sino que lo modifica animado por otras interrogantes y motivaciones muy actuales. Crea su propio canon de la mujer, ético y físico, de talante vernáculo, manteniendo los significados de la herencia americana de la Madre Tierra como símbolo de la energía femenina, de la fertilidad y la vida. 

Este panorama le permite a Varela problematizar, en mi opinión, de una manera intuitiva, aspectos formales para crear con ‘sus cuerpos’ ciertas situaciones plásticas con un sentido dialéctico: relaciones de contrarios en la percepción de lo voluminoso y lo plano, del peso y la liviandad, del reposo y el movimiento, de lo grande y lo pequeño, del pasado en diálogo con los lenguajes de tiempos recientes.

Varela hace variaciones en la percepción del volumen tridimensional y las formas planas. Muchas de sus piezas son grandes masas que vistas por cualquiera de sus ángulos, tienen dimensiones amplias; mientras que otras, son frontalmente voluminosas, pero por sus laterales son completamente planas. Es una abstracción completa de ángulos disímiles de un mismo objeto. 

Respecto a la masa, resuelve armónicamente el peso corporal, con una apariencia de liviandad. A primera vista, ese resultado parece simple, pero en realidad demanda un estudio técnico de la estructura interna y del material. Realiza variaciones de las posturas en reposo o en movimiento. Muestra a las figuras sentadas, paradas, en el acto de correr o caminar, sostenidas sólo por el brazo o una pierna, en posiciones acrobáticas o contorsionadas. Acentúa el movimiento a través de los brazos extendidos o las piernas en movimiento como puntos de fuga. Se suma el contraste entre formas delgadas y redondeadas para enfatizar los ritmos visuales. Aunque exagera los cuerpos, al mismo tiempo simplifica las formas, con lo cual, la línea y el volumen se despliegan armónicamente en el espacio. 

La selección de las once obras que presentamos son ejemplo de estos talantes. En ellas también hay un trabajo eficiente en el manejo de las escalas en mediano y gran tamaño: Caminadora apurada (1988-1989), Mujer con tigre domado (1996), Mujer parada clamando al cielo (2004), Las Marujas (2007), Mujer sobre esfera (2008), Mujer descansando sobre banco (2008), Viajera y baúl (2012-2014), Maruja solitaria (2021), La espera mirando el horizonte (2021), Atrapando luna (2021) y Mujer con una mirada del mundo al revés (2022). Las obras de grandes dimensiones conviven genuinamente con los extensos espacios del ambiente natural. Comenta Federica Palomero, “Abigaíl Varela ha creado unas piezas que alcanzan lo monumental (…) y claman por ser parte del paisaje, lo que para Henry Moore era el destino natural de una escultura. Estáticas, están sin embargo llenas de dinamismo, de ese soplo de vida que las anima desde su interior y las proyecta hacia la naturaleza”. (1)  

En medio del amplio y vertiginoso panorama artístico de tendencias, lenguajes, materiales e innovaciones tecnológicas, Varela se ha apegado a los sistemas tradicionales del dibujo, el modelado, el vaciado y al taller de fundición. Se mantiene fiel a trabajar con el bronce y el aluminio, metales con los que manifiesta ‘se siente cómodo’. Estos materiales nobles, de alta durabilidad, también le permiten ubicar sus obras para espacios abiertos.

Tanto los temas como los títulos de las obras sugieren situaciones cotidianas con sutil humor, a través de un imaginario poético de lo femenino: comadres sentadas conversando, mujeres caminando con sus carteras, jugando con sus gatos o mirando la luna. Lo cotidiano y el humor adquieren categorías estéticas que maneja con naturalidad, elevando al hombre común con una apariencia humana y cercana. 

La obra de Varela mantiene una originalidad y universalidad, que en buena parte le viene del desparpajo de esbozar el espíritu de los tiempos actuales, recuperando los resquicios de los momentos ‘menos importantes’ de la vida para llevarlos a un estadio artístico, atinando en una conciliación de la visión de la modernidad americana con los lenguajes contemporáneos. 

La historia de la escultura en el país es un capítulo reducido, con exponentes de obligada presencia. Después de una larga trayectoria y reconocidos logros, nos atrevamos a pensar en Varela como uno de esos nombres ineludibles, que se ha colocado en la cresta de la ola, oscilando entre técnicas tradicionales y una propuesta sólida y totalmente vigente. 

  (1) Palomero, Federica. Abigaíl Varela. Caracas: Galería Freites, 2011, p. 4.