FERNANDO BOTERO
(1932 – 2023)

Luis Fernando Botero Angulo nació en Medellín el 19 de abril de 1932. Desde pequeño descubrió su gusto por la tauromaquia. Incluso, gracias a un tío, entró a clases de toreo. Tras un incidente propio de esa actividad, decidió retirarse y seguir su verdadera vocación: la pintura. Sin embargo, el intento de torear le sirvió como inspiración para crear, a sus 14 años, el primer Botero de la historia. La imagen de un torero que vendió a las puertas de La Macarena, esa plaza que lo ha visto por tantos años y que lo ha llenado de ovaciones como si él fuera el protagonista, aunque su puesto nunca volvió a ser dentro de la arena.
Dos años más tarde, en 1948, comenzó a realizar ilustraciones para el diario El Colombiano en su Medellín natal. En paralelo, se preparaba para su primera exhibición conjunta, que se conoció como Exposición de Pintores Antioqueños, donde se mostraron dos de sus óleos.
Botero pasó su infancia en el barrio Boston, donde se destacó por su destreza con el balón de fútbol y el baile. En 1951 se trasladó a Bogotá donde conoce algunos de los intelectuales más importantes de la época. Fue en la capital colombiana donde realizó su primera individual en la galería de Leo Matiz. Con su óleo Frente al mar logró el segundo puesto en el IX Salón Nacional de Artistas. Con el dinero ganado y la venta de sus primeras obras, el joven artista decide viajar a España, donde realizó estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y se familiarizó con las obras de grandes maestros como Goya, Velázquez y Picasso.
Su viaje a europa lo llevó a Francia e Italia, donde estudió las técnicas de los maestros italianos junto al escritor e historiador estadounidense Bernard Berenson. Después visitaría México y Washington, para seguir afinando su visión de la pintura y el estilo particular por el que hoy es reconocido.
En 1955, Botero se casó con Gloria Zea Hernández, con quien tuvo tres hijos: Fernando, Lina y Juan Carlos. Su matrimonio con la gestora cultural duró cinco años, después de los cuales emigró a Nueva York. En la gran manzana se volvió a enamorar, esta vez de Cecilia Zambrano, con quien tuvo otro hijo, el cual murió en un accidente de tránsito con sólo cuatro años. Este suceso no sólo cambió su estilo sino que desembocó en su cuadro más querido: Pedrito Botero.
A esas alturas, el pintor y escultor comenzaba a consolidarse en el mundo del arte gracias a la venta de obras como el Obispo Dormido (serie sobre el Niño de Vallecas), la Apoteosis de Ramón Hoyos y la Monalisa de 12 años al Museo de Arte Moderno de Nueva York. En 1966 realizó su primera exposición europea en Alemania y desde entonces no ha parado de recorrer con sus obras los más importantes museos del mundo.
Las obras de Botero se han mostrado en sitios emblemáticos como los Campos Elíseos de París, la Gran Avenida de Nueva York, el Paseo de Recoletos de Madrid, la Plaza del Comercio de Lisboa, la Plaza de la Señoría en Florencia y hasta en las Pirámides de Egipto.
Fernando Botero llegó a ser en vida uno de los pintores más importantes del mundo, con exposición permanente en tres de los cinco continentes a los cuales ha podido llegar con una volumetría exagerada y desproporcionada, el uso magistral del color y los finos detalles de crítica mordaz, cargados de ironía y humor.
Fallece a los 91 años el 15 de septiembre de 2023 en Mónaco.
Más información en: www.botero.art