Una cartografía posible. Criterios y decisiones
María Luz Cárdenas
La decisión del otorgamiento de un Premio Nacional es un proceso complejo que conlleva enormes responsabilidades. En Venezuela, sus inicios formales y consecuentes se remontan al año 1940, en el marco del Salón Oficial Anual de Arte Venezolano, y bajo este concepto funcionaron hasta 1969, cubriendo una etapa de dramáticos cambios en el marco social, político, cultural y, sobre todo, en el desarrollo de las artes plásticas. Si bien fueron otorgados en pintura, escultura y obra gráfica, hemos limitado el espectro en esta ocasión a los Premios Nacionales de Pintura, como una manera de concentrar el discurso expositivo.
La exposición aborda varios niveles de lectura: los acontecimientos paralelos en el arte venezolano, los criterios de los jurados, el crecimiento institucional y apoyos privados que se fueron sumando en el transcurso de los primeros años, y también las polémicas y los debates de la crítica e intercambios de textos que acompañaron algunas decisiones. El recorrido por ella es a la vez un recorrido por el período clave del surgimiento de las vanguardias en el arte venezolano. Así, podemos apreciar que los primeros premios estuvieron otorgados a los oficiantes más destacados de la Escuela de Caracas: Marcos Castillo, Pedro Ángel González, Rafael Monasterios, Luis Alfredo López Méndez, que para entonces habían roto el cerco del academicismo. En las sucesivas ediciones, se fueron incorporando las tendencias de vanguardia, como los Nuevos Realismos y la Figuración Expresionista, Taller Libre de Arte, Los Disidentes y el Arte Abstracto.
Acá podemos cartografiar momentos significativos en esta etapa. Por ejemplo, el premio a Francisco Narváez en 1947, en reconocimiento a un nuevo lenguaje para definir el cuerpo, o a Feliciano Carvallo en 1966, que considera por primera vez al arte popular como lenguaje contemporáneo, gracias a la labor del Taller Libre de Arte. Permite una reflexión acerca de la actuación de los jurados: sus aciertos y debilidades, sus venturas y sus contradicciones. En los primeros años el jurado estuvo conformado por los miembros de la Junta de Conservación y Fomento del Museo de Bellas Artes, sede del Salón que, hasta 1953 tuvo la doble función de realizar la labor de admisión y la de calificación de los participantes. Posteriormente, se conformaron jurados con críticos de arte y artistas, y era común encontrar los nombres de Alfredo Boulton y Pedro Ángel González, entre otros. Las cartas del debate entre Miguel Otero Silva y Alejandro Otero en torno al surgimiento de la abstracción es una buena clave para comprender las consecuencias del otorgamiento de los Premio Nacionales de Pinturas.
