Colectiva 2025


Colectiva 2025
María Luz Cárdenas
La Colectiva 2025 se inscribe en uno de los objetivos de la Galería Freites que es el de realizar una exposición anual de los fondos que forman parte de su Colección. Se trata de presentar obras no exhibidas usualmente, con contenidos históricos y artísticos de valor. En este caso, recorremos problemas esenciales del arte contemporáneo, con trabajos icónicos en diferentes movimientos y etapas:
- La condición humana y la temática del cuerpo
Baltasar Lobo, Ernest Trova, Abigaíl Varela, Xavier Mascaró, Alirio Rodríguez, John Baldessari y Mr. Brainwash
- Ficciones del espacio
Pancho Quilici
- Campos de color
Max Bill y Donald Sultan
- Realidad y Representación
Santiago Cárdenas y Jorge Stever
- La condición humana y la temática del cuerpo
Baltasar Lobo (1910–1993) constituye artista referencial en el desarrollo de la escultura contemporánea por la universalidad de los temas que toca desde un punto de vista interior e individual: la mujer, la maternidad, el minotauro, el centauro, los amantes, el caballo, el guerrero, el sentimiento de lo religioso y la conciencia ante la muerte -temas que inducen a un planteamiento profundo sobre la condición humana. En la representación del cuerpo femenino proporciona enormes aportes a la modernidad. Torso, de 1958, es una escultura reveladora de los cambios que el artista aplicó en la representación del cuerpo femenino. Al límite de la abstracción, esta obra conjuga los ritmos curvos de la forma con la sensualidad del cuerpo. El tratamiento del volumen es suave y rotundo a la vez, con una enorme elegancia en la comprensión de la corporalidad.
Ernest Trova (1927-2009) se acoge a los postulados de la dimensión humanista y poética que integra el pensamiento y aclama la realidad. Es conocido como el creador del más poderoso código humanista de la era tecnológica, sus esculturas son versiones sincréticas del ser humano reducido a una fusión extrema, un volumen único, anónimo, sin rasgos, sin distinciones particulares alguna que, lejos de agotarse como una expresión sincrética y robotizada de lo humano, pareciera convertirse en la constante ideal, depurada y esencial. Standing figure, reinventa la figura humana en elegantes y revolucionarias curvas. Es una imagen robótica o por el contrario una inquebrantable exaltación del hombre esencial.
Abigaíl Varela (1948) ha desarrollado un trabajo consistente y coherente en el campo de la escultura venezolana, fundamentalmente en la representación de la figura femenina: su cuerpo, su simbología, sus mitologías, sus formas y sus rutinas en el mundo que las circunda; con una inmensa frescura y agudo sentido del humor; alterando los cánones convencionales. La figura de mujer adquiere un juego de poses, actitudes y variaciones infinitas, que resuelve a través de un modelo de desproporción muy propio definido por extremidades largas y delgadas, cabezas pequeñas y caderas inmensas. Mujer apurada con cartera (estudio) es una obra emblemática de sus producciones recientes, que conjuga el movimiento, el sentido del humor y la prisa cotidiana, con la maestría formal y cuidado en el modelado y uso de los materiales.
Xavier Mascaró (1965) ocupa un espacio singular en el uso de señas de identidad las espaciales, y especiales, palabras de un idioma de volúmenes, vacíos, formas y dimensiones, para llegar a la síntesis de la condición humana. A partir de la década de los noventa, en la escultura de hierro, fortaleció la raigambre tradicional del lenguaje escultórico, aportando elementos que conjugan la memoria y el inconsciente colectivo en una visión contemporánea. Utiliza el metal, el vidrio y la herrumbre para crear una geografía que es a la vez piel de las figuras. En su trabajo habita un aliento mítico, una condición de vestigios sepias y ruinosos. Desarrolla elementos cargados de un simbolismo ancestral: la barca al viento, el corazón, los guardianes y animales como los gatos −pequeños dioses venerados en antiguas culturas.
Alirio Rodríguez (1934-2018) va directo a las reacciones primarias ante los horrores de la sociedad: el grito, el vacío. Es un pintor del vértigo, y lo representa en trazos espirales que rodean a la figura humana desnuda, monstruosa, levitando en una espantosa tensión dentro de espacios imprecisos. Rodríguez es considerado uno de los precursores de la nueva figuración venezolana y podría considerarse como un pintor que narra las búsquedas del humanismo.
John Baldessari (1931-2020) es uno de los oficiantes pioneros del arte conceptual y su obra está siempre marcada por la construcción de significados. Stonehenge corresponde a las obras iniciadas hacia los años ochenta, cuando comenzó a colocar puntos de colores sobre los rostros. El hecho de cubrirles el rostro acentúa el carácter anónimo de los personajes, lo que obliga al espectador a centrarse en otros aspectos de la imagen para dar sentido a la escena. Esta estrategia es también un llamado de atención a la influencia que tuvo el pop art en su producción. Los puntos rojos, amarillos y azules inducían al espectador a encontrar belleza, significado o importancia en el resto de la fotografía al cubrir los rostros.
Mr. Brainwash (1966) utiliza la estética callejera como fuente básica de sus obras. En ella superpone la iconografía de la cultura de masas heredada del Pop Art, colocada en varias capas de pintura y técnicas mixtas como esténcil o pintura chorreada, que van conformando varios estratos de significados. Fusiona la imaginería clásica del arte pop y el lenguaje subversivo del arte de la calle. En su obra, el mundo callejero es una herramienta efectiva de comunicación que incluye los anuncios, los grafitis, los muros o los textos disgregados por cualquier parte. Yuxtapose pertenece a la serie de yuxtaposiciones, donde utiliza la técnica de colocar imagen sobre imagen, objeto sobre objeto, huella sobre huella, rastros que dejan rastros sobre otros rastros. Las obras adquieren un aspecto pictórico y a la vez estructurado en frases que se deslizan entre las manchas de pintura. Reinterpreta y reconceptualiza el arsenal de imágenes atrapadas en nuestras mentes. Su vocabulario visual y gráfico contiene desde las clásicas imágenes de Charles Chaplin y Albert Einstein, hasta los rostros de Madonna o Kate Moss en el más puro estilo warholiano del retrato de Marilyn Monroe.
- Ficciones del espacio
Pancho Quilici (1954) mantiene una relación muy propia con la construcción del espacio, tanto en pequeños como en grandes formatos. Originalmente trabajaba con la asistencia gráfica del computador, pero los años más recientes, impone el dibujo, mientras que el uso la máquina se atenúa. La levedad, la fluidez y la transparencia impregnan sus espacios, donde combina la liquidez del aire y de las nubes con la densidad del agua y la tierra. La materia trabajada, triturada, domeñada, es el lema de su pintura que se convierte en ficción del espacio y parece escapar del pensamiento racional, querer evaporarse, despegar de lo real para integrar mejor una dimensión onírica, la de un sueño, o más bien, de un “ensueño”, induciendo la naturaleza imaginaria. Reunión – Dispersión de las partes, es un campo inmaterial donde confluyen múltiples puntos de vista (ortogonal, planta, isométrico, panorámico). En ella no existe un espacio único sino multitud de ámbitos paralelos que en ocasiones se interceptan o superponen, suplantando la premisa según la cual dos cuerpos no pueden ocupar el mismo lugar.
- Campos de color
Dos artistas pertenecientes a movimientos y generaciones diferentes comparten su vinculación con el color. Max Bill (1908-1994) es uno de los fundadores y participantes del grupo abstracción-creación que en los años treinta, en París, se impuso como finalidad el desarrollo de un arte no-objetivo no-figurativo basado en el estudio de las formas y las relaciones entre los volúmenes de color. El equilibro alcanzado, el formalismo geométrico y la armonía en la ejecución de los recursos cromáticos son en Transcoloración en cinco cuadrantes, el resultado de la aplicación de leyes matemáticas en la construcción de las estructuras donde busca la pureza estética. Esa complejidad matemática se encuentra expresada en formas simples, otorgándole una excepcional importancia plástica y un nuevo rumbo en la manera como los principios de la física del color pueden ser entendidos por los sentidos. El punto de encuentro entre las seis bandas, marca un sutil movimiento de la estructura general por la manera como coinciden los diferentes colores. Su fecha de realización corresponde a un importante período en su producción donde el artista buscaba materializar una construcción mental y no simples juegos de formas y colores.
La obra de Donald Sultan (1951) se caracteriza por una fluida experimentación de técnicas y materiales que le ha permitido replantear el modelo de representación del género clásico de los bodegones y las flores, con la utilización de un método muy propio en pintura y obra gráfica. Sultan construye su iconografía primordial de la flor. Lo más notable es su capacidad de dar respuestas al repertorio tradicional de las flores y las naturalezas bajo una semántica y una iconografía que rompen totalmente los patrones clásicos, sin perder el encanto poético de una temática como esa. Las áreas de color de las flores que protagonizan las obras juegan orgánicamente con los fondos.
- Realidad y Representación
Santiago Cárdenas y Jorge Stever son artistas con aportes esenciales a la comprensión de la pintura como un proceso de reflexión que va más allá del lenguaje y el dominio del oficio. Ambos han sido capaces de llevar la creación artística -su cielo (la elevación) y su suelo (las bases técnicas)- a una línea de transgresión que designa una nueva naturaleza del acto de pintar. Hay en ellos una marcada voluntad de silencio, una concluyente distancia de la anécdota, un alejamiento de la narración. Proponen una reinterpretación inteligente y sagaz de los sistemas de representación de la cotidianidad, elevando el mundo de lo común a un acto trascendente y reflexivo de transformación pictórica. Santiago Cárdenas (1937) difícil de encasillar, pasa a dominar el plano visual de la abstracción. Coloca el acento en lo que le rodea, en los entornos del objeto, las luces, las sombras. La clave está en que el enfoque de la representación no es exclusivamente formal ni se mantiene en el campo de la copia o la mera imitación: el enfoque es conceptual y se entiende como una manera de pensar el objeto que plantea severas dudas a las definiciones de lo ilusorio y de lo real. Lo vemos con nitidez en sus pizarras, donde la pintura se convierte en objeto, en huella y en gesto.
Jorge Stever se enfoca en un proceso de investigación permanente y en una sobria y exquisita atmósfera creadora, se ha separado de las presiones y agitaciones expositivas. Su trabajo pictórico se caracteriza por presentar un máximo de volumen, transparencias y formas y espacio bajo el precepto de convertir el cuadro en un hecho pictórico y convertir la pintura en un proceso meramente conceptual, abriendo un territorio desde el que se comporta como espacio y no como medio o material. En Sin título, las líneas que parecen separarse sobre el lienzo generan un juego de sombras sobre el plano monocromo, permitiendo que las estructuras invisibles fluyan y surja a la vista un espacio libre, respirable, donde flotan sombras, objetos y signos.