El fallecimiento de Harry Abend, figura primordial del arte en Venezuela y uno de los precursores de la escultura moderna en el país. Abend supo articular un lenguaje despojado, construido por formas básicas esenciales que dominan el espacio desde múltiples perspectivas. Inició su carrera en los años sesenta, con una exposición de esculturas en el Museo de Bellas Artes de Caracas, realizadas en bronce fundido de superficies pulidas y tallas en madera. Fue uno de los ocho escultores venezolanos seleccionados en 1964 para participar en el taller dictado por el inglés Kenneth Armitage, y desde entonces, con la misma fuerza de la escultura vitalista inglesa posterior a Henry Moore, abandona las superficies pulidas y comienza a trabajar formas geométricas abruptas, con enfocado interés en la materia.
Hacia los años setenta hizo de la madera su material preferido para la realización de ensamblajes constructivos-geométricos con efectos irregulares en sus relieves. A mediados de los años ochenta, su obra cobra carácter orgánico. Lo antropomorfo y lo zoomorfo se sugieren a través de la madera, con disposiciones de apariencia megalítica y dimensiones totémicas. Sus obras de integración a la arquitectura reflejan la calidad de un artista que domina con precisión los volúmenes y las escalas, siendo una de las más significativas el mural frontal del Teatro Teresa Carreño. Jamás se contentó con las fórmulas cómodas y supo siempre experimentar con materiales y nuevos conceptos, hasta alcanzar un estadio primario de la talla, donde las texturas cobran importancia en los diferentes materiales: bronce, madera o cemento. Siempre preocupado por explorar nuevas formas de expresión, realizó exquisitas piezas en orfebrería y proporcionó a la obra gráfica el valor de la escultura, manejando el volumen como signo.
El crítico de arte Víctor Guédez destaca su manera de profundizar y renovar las diferentes opciones del abstraccionismo mediante vías geométricas, orgánicas, ópticas, intuitivas, rústicas, reduccionistas y constructivistas: “muchas de sus esculturas se inscriben dentro de una peculiar convivencia de lo ortogonal y lo aovado, lo elaborado y lo rústico, lo constructivo y lo sensible, lo entero y lo truncado, lo arquitectónico y lo mágico, lo cóncavo y lo convexo, lo liso y lo texturado, lo vertical y lo horizontal, lo deliberado y lo accidental, en fin, nuestro artista promociona un espectro estético de amplitud universal”.
