Hierro que flota y flores que pesan se exhiben en Caracas

MARÍA GABRIELA FERNÁNDEZ B. |  EL UNIVERSAL
Las obras del artista visual Pedro Fermín parecen desear desprenderse de las paredes y flotar en el espacio. Nacidas de un plano de dos dimensiones, estas piezas provistas de «una geometría libre» giran, como ingrávidas, y generan siluetas y dibujos en el aire. «Es como si cada pieza capturara el momento exacto de un movimiento, como si quedara congelado un instante», describe.Catorce de estas creaciones elaboradas por Fermín serán exhibidas a partir de este domingo en la Galería Freites, ubicada en Las Mercedes, donde compartirán espacio (sin enfrentarse) con las 29 pinturas y serigrafías del estadounidense Donald Sultan, quien estará realizando su primera muestra en Venezuela.

Aunque expuestas bajo el trecho de la misma galería, las obras de Fermín y de Sultan no solo se diferencian por su género artístico, sino también por sus búsquedas estéticas y plásticas: Mientras el primero pretende en su acto creativo que la pesadez del hierro se transforme en una pieza delicada, el segundo interviene, en cambio, con dureza y textura la suavidad de la flor (su principal objeto de estudio) para transformarla en un sujeto industrial.

Fermín, nacido en Carúpano en 1950, asegura que su trabajo gira en torno de la indagación de «la curva como movimiento, como constante del universo (…) como quiebre de la verticalidad que rige al hombre desde su evolución como bípedo». Para lograrlo, describe, no se vale solo de las delgadísimas líneas que construye con el hierro sino también de la apreciación del vacío como parte de la obra. «La percepción de quien lo mire le da una forma al vacío que contiene el interior de estos dibujos de metal. Soy del decir de que el arte no le pertenece al artista, sino al espectador». Sus esculturas, en su mayoría de gran formato, invitan a la audiencia a percibir al plano como un ente ilimitado.

La crítica de Sultan

Las creaciones del estadounidense, colocadas en la planta baja de la galería, contienen en cada cuadro siluetas de flores unicolores que bien pueden ser percibidas, como manchas e indagaciones de lo abstracto.

El creador, quien no estará presente en la inauguración, utilizó colores, texturas y materiales que no se encuentran en la naturaleza, como una manera intencional de desprender una reflexión sobre la industrialización de los elementos del entorno. Conocido en sus inicios por la elaboración de naturalezas muertas, declara: «Cuando deseaba pintar un limón solo conseguía aquellos ya seleccionados por los supermercados, de ahí nació la idea de transformar temas naturales en objetos». Entonces, se interesó por la representación pictórica de las flores de Amapolas («poppies») por sus usos médicos y vinculaciones a la Segunda Guerra Mundial.

Colocadas como si resultaran de un profundo zoom en cuadros de gran formato, Sultan declara: «A veces pienso en ellas como un parche en el ojo, formas tan grandes que no permiten que pasen desapercibidas. De eso se trata».

MARÍA GABRIELA FERNÁNDEZ B. |  EL UNIVERSAL
jueves 22 de octubre de 2015  08:50 AM